Texto publicado en GALA, la revista dominical del diario El Impulso. Barquisimeto, 2014

Rosario Anzola, escritora.

- ¿Dónde nació y creció?

Nací y crecí en Barquisimeto. Me mudé a Caracas hace más de 25 años, pensaba que por unos pocos años… Pero mi plan siempre ha sido volver a vivir en Barquisimeto. Nunca me he alejado de ella.

- ¿Cuántos hermanos tiene?

Somos 13 hermanos, el último de los cuatro varones partió este año a otras moradas. Ahora somos 12. Yo soy la mayor de las hembras.

- ¿Qué recuerdos atesora de su niñez

La atmósfera de una ciudad apacible y hospitalaria. Durante mi niñez y adolescencia viví en el centro de Barquisimeto, en una oportunidad incluso a solo metros de la Plaza Bolívar. También recuerdo como tesoros las vivencias en Tumaque, la hacienda larense de mis abuelos maternos, las reuniones familiares, los patios de las casas, los recreos escolares…

- ¿Cómo se describe?

Como una soñadora irremediable y melancólica. Vivo la poesía y vivo en la poesía. Esta condición ha sido paradójica en mi vida pues, por muchas circunstancias, he tenido que trajinar en latitudes que muy poco tienen que ver con la literatura. Sin embargo, la llevo conmigo y de alguna manera ha contagiado o contaminado mis predios laborales.

- ¿Cómo nace su pasión por la música y la literatura infantil? ¿Qué la llevó a hacer música infantil?

Pienso que la tribu de hermanos menores me dio las señas para comprender el pensamiento infantil, sus intereses, sus anhelos. Luego, en una etapa de mi vida, trabajé directamente con niños, con ellos jugaba, inventaba, cantaba y aprendía. Me di cuenta que el repertorio de canciones para ellos se limitaba a las canciones tradicionales, a los temas de las novelas o a las canciones de moda. Entonces me propuse hacer de la música un puente para la literatura de manera de disfrutar ambas vertientes con mis hijos, mis hermanos, mis alumnos. Mis canciones son cuentos y poemas. Vale aclarar que no tengo educación formal en música, pero… como buena barquisimetana, el oído musical me hace lo suficientemente audaz y temeraria para componer música. Además se me presentó la oportunidad de grabar varios discos que hoy disfruta ya la siguiente generación, los niños a quienes cantaba ya son padres… y sus hijos, que pueden ser mis nietos, cantan con sus papás mis canciones. Esto me emociona muchísimo. Sostengo, por lo demás, que la literatura es una sola, sólo que los textos tienen niveles de lectura: mi obra dirigida a los niños puede ser perfectamente interpretada por los adultos. Escribo pues para niños de cero a cien años.

- En 1966 fue reina del folclore de Barquisimeto, ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Qué le dejó?

Era apenas una quinceañera, pero ya desde muy pequeña mis compañeros preferidos era el cuatro, la guitarra, el arpa, la bandolina y una devoción inmensa por la música larense. En ese primer Festival Folclórico viví intensamente la relación con el público y con mis seguidores, en la famosísima y siempre recordada competencia con María Magdalena Colmenares, reina de El Tocuyo, quien ha sido una de mis mejores amigas y con quien sigo compartiendo la pasión por nuestra música tradicional. El festival no sólo me dejó hermosos recuerdos afectivos sino que afianzó en mí la vocación de promotora cultural en la defensa de nuestras raíces, tradiciones y valores.

- Tengo entendido que desde hace muchos años está llevando su trabajo y las manifestaciones culturales de nuestra ciudad a otras ciudades ¿Qué la motivó a hacerlo? - - - ¿Cómo ha sido la experiencia? ¿Qué le ha dejado?

Vuelvo a la infancia. Desde muy niña me sentí bien sobre las tablas, frente a un micrófono, promoviendo toda clase de actividades que reunieran a la gente en torno a las manifestaciones artísticas. Siempre he apostado a la convivencia creativa y activa a través de estas manifestaciones. De hecho: constituye mi norte, mi dedicación y mi labor fundamental. Desde todas las tribunas donde me ha correspondido desempeñarme esa ha sido la motivación más importante. Poetas, cantantes, ejecutantes, bailarines, artistas plásticos y artesanos han sido mis aliados para testimoniar ante otros la conmoción de las sagradas dimensiones del arte en el creador y en la gente que recibe y recrea su obra. Por supuesto, con los nexos con Barquisimeto, muchos de sus creadores me han acompañado en eventos que he organizado dentro y fuera del país. Esto redobla mi orgullo larense.

- ¿Cómo ve el crecimiento cultural de Barquisimeto?

Participé directamente en el movimiento cultural barquisimetano cuando viví en la ciudad. Hoy percibo que el movimiento cultural ha variado, como sucede en toda ciudad que se expande. Me da la impresión de que se nuclea por comunidades e instituciones, atendiendo quizá al crecimiento de la ciudad y sus alrededores. Existe sí, la incontenible fuerza de sus músicos -los mejores atriles del sistema infantil y juvenil de orquestas de Venezuela son del estado Lara-, la maravilla de las artesanías, los grupos que se reúnen en conversatorios de lectura, las tenidas musicales y los eventos de índole intelectual o artística. Varios amigos músicos coinciden en que sus presentaciones en Barquisimeto van precedidas de una gran tensión, porque se trata de un público tan sensible y exigente que les hace sentir la energía del premio o del castigo, según sea la calidad de sus actuaciones.

- Ha realizado varias producciones musicales y libros, háblenos un poco de los que usted considere han sido más importantes a lo largo de su carrera.

Cada libro y cada proyecto musical es una historia y una aventura. El libro con el que más me identifico es “El niño que soy”, porque está hecho en el lenguaje del corazón. Ese es el lenguaje que otorga una dimensión diferente a la palabra, la torna polivalente, quizá por ello este libro ha tenido un éxito editorial sin precedentes, traducido incluso a varios idiomas. “El niño que soy” compendia lo que los niños me han revelado y enseñado y lo siento como parte de mi esencia. Otros libros, por ejemplo, los de tradiciones larenses los he disfrutado desde su planificación hasta su entrega al lector. Los de poesía los he padecido gozosamente pues hay un parto en cada verso. Y los de narrativa me encantan como me encanta “echar cuentos” y percibir dicho encantamiento en quien los lee o los escucha.

- ¿Un sueño aun por cumplir?

Tener más tiempo para leer más, escribir más, aprender más, enseñar más. Y lograr, algún día, la puesta en marcha del Programa Nacional de Desarrollo Cultural para la infancia, un proyecto que tengo diseñado y que he presentado a las instancias responsables durante años… sin respuesta.

- ¿Qué está haciendo actualmente?

Trabajo por mi cuenta, asesorando a varias organizaciones en programas educativos y culturales. Esto me cede tiempo para escribir y dedicarme a proyectos personales. Está por salir un proyecto musical para niños que se llama “Canciones para bailar”, por otro lado, aspiro que se pueda grabar la “Misa con la Divina Pastora”, cuyos textos escribí respetando la liturgia y pidiendo permiso a los autores de melodías larenses que enmarcan las canciones de esta misa . Tengo varios libros terminados y otros por terminar, entre ellos una didáctica en la que he trabajado por décadas y que preconiza la formación afectiva como base de la conciencia moral desde las vivencias sensibles, sensoriales, creativas y libres que son las que propician la interdependencia armónica y la convivencia respetuosa y digna.

En homenaje a Barquisimeto le voy a hacer algunas preguntas muy concretas referentes a nuestra ciudad.

- ¿Qué significa para usted Barquisimeto?

La pertenencia a una tierra sedienta cuyo silencio llena de torrentes el alma.

- ¿Qué le regalaría a la ciudad en su cumpleaños?

Mi sueño y mi empeño por una ciudad donde todos vivamos el respeto, la tolerancia, el entusiasmo, la participación y el compromiso.

- ¿Qué recuerdos de Barquisimeto permanecen en su mente?

El encuentro con mis afectos.

- ¿Qué le hace falta a nuestra ciudad?

Más verdor, más parques y más accesos para las personas con discapacidades. Pienso que hace falta una campaña ciudadana para cuidar la ciudad, hacerla sentir que es de todos y cada uno de nosotros. En alguna oportunidad presenté a la Alcaldía de Iribarren un proyecto denominado “Acceso para todos” para hacer de Barquisimeto una ciudad piloto y ejemplar en este sentido, pues gracias a su topografía y trazado urbano tiene todas las características para serlo. Existen, por ejemplo, Ordenanzas Municipales que tienen décadas y no han podido ser implementadas.

- ¿En qué nos diferenciamos al resto de los venezolanos?

En la hospitalidad, en una manera particular de tomar las cosas entre lentas y apacibles, en el regusto por los festejos y por los “Ventetú”, en el sentido de pertenencia a la tierra, a sus tradiciones, a sus manifestaciones culturales, y a la peculiar relación de amistad con la Divina Pastora.

- ¿Qué imagen le recuerda a Barquisimeto?

La Divina Pastora. Soy pastoreña ferviente y fervorosa.

- Un barquisimetano inolvidable

Para mí: Juancho Alvarado. Fue una especie de manager de la amistad, del amor, del humor y del disparate inteligente. Lo vi llorar por Barquisimeto… porque habían cortado unos árboles, porque habían ornamentado las plazas sin tomar en cuenta los gustos de las comunidades aledañas, porque había gente pasando hambre en los barrios periféricos o porque se presentaban tropiezos para la procesión de “La Tuerta”, que era como él llamaba a la Divina Pastora. Era una mezcla de sabiduría popular y sensibilidad artística, pero sobretodo un barquisimetano medular.

- Barquisimeto en una palabra

Música.

- ¿Qué amerita un Na´guará?

Un vals larense y un golpe tocuyano.

 

 

VIVIR EN POESÍA

Confesiones de Rosario Anzola a partir de las indagaciones de Morelba Domínguez

Así como la Carlota de su novela (1) pero no proyectada desde los desde el asentamiento de su vivir poético y los ingenios surgidos surgidos de las experiencias maternales y estelares y que le transmitió probablemente su abuela en los patios de la hacienda del Tumaque de su niñez, surge Rosario Anzola.

No se parece a Carlota porque nunca se queda quieta, ni aún recién despierta, imaginamos, pero posee sus “ganas de vivir el afán de sentir lo vivido” y eso se nota en sus canciones, se lee en sus libros, se siente cuando ella camina pausada por los escenarios antes de iniciar sus ofrendas de amor al público que la escucha.

Rosario cree en la paz, en la ecología, y practica con los niños el juego, la poesía y el afecto. Pocas veces habla de sí misma o de su familia, pero palpitan en ella las imágenes de la infancia. ¿Cuáles son las más queridas, Rosario? Los rostros de aquellos tiempos. ¿Cómo son más frecuentemente evocados? ¿Y los mimos maternos? ¿Cómo se explica si no, tanto amor por los niños más pequeños?

Soy la segunda de trece hermanos, así que desde muy pequeña asumí el cuidado de mis hermanos menores. Es posible que el “mayorazgo” haya hipertrofiado mi responsabilidad hacia los compromisos y obligaciones, pero también debió generar un temprano desarrollo de la “maternidad”, actitud que ha signado también mi incondicional vinculación con la infancia. Papá y mamá tenían una paciencia ilimitada con nosotros y una manera bien particular de disciplinarnos. Las cosas se decía una sola vez y cada quien se ocupaba de su ropa, de sus tareas, de su aseo…, cuando mucho se repartía la supervisión entre los más grandes.

Crecí pues dentro de un hogar con muchos afectos, donde se respetaba por encima de todas las cosas, el derecho a ejercer la fantasía con plena de libertad de imaginación. Papá administraba el orden y el rigor, pero también el diálogo; era además un “cuentacuentos” fabuloso (creo que nunca podré igualarle en su capacidad de invención). Son famosos los “juicios” que se llevaban a cabo en el recibo de la casa, con fecha y hora previstas anticipadamente por el juez-papá; este juicio reunía a una “asamblea” integrada por el acusado, el acusador, los testigos, los niños, vecinos, empleadas, amigos y hasta mascotas. Allí se dirimían las peleas y los incidentes domésticos y, en medio de la diversión, aprendimos los principios de la convivencia y la justicia. Una de las cosas que más nos identifica como familia nuclear es nuestra vocación para involucrarnos en los problemas ajenos y ayudar a resolverlos sin esperar nada a cambio, tendencia inducida quizá por el espíritu franciscano de mis padres. De esta manera aprendimos también a manejar las incertidumbres e inconvenientes propias de la existencia.

A mamá le correspondió con nosotros el mundo del entusiasmo y los juegos, siempre fue una contraparte muy equilibrada del carácter de papá y una más del equipo de los “locos bajitos”, pienso que tal vez por esa personalidad de encanto se mantiene absolutamente joven y actualizada. Nuestra casa fue fiesta y consuelo para todo el que llegaba (aún es así, a pesar de las ausencias) por eso le decimos “La Casamadre”.

Uno tiene que averiguar su estadía sobre los árboles y tranqueros de la hacienda de su niñez. Háblenos de esa vida de campo que forjó sus sueños hasta sembrarlos en la adolescencia y hacerlos florecer en la adultez con la misma naturalidad. Los pormenores de sus paseos con el abuelo, las conversaciones con la abuela, las rondas con la madre, los juegos con los hijos. ¿Son esos secretos los que guardan las esencias de su quehacer poético?

Como toda familia del interior, mi familia es tribal. Tíos, primos, parientes y –sobretodo- abuelos, forman parte activa de la cotidianidad. “Mi Viejita”, mi bisabuela paterna, era un portento para hacernos viajar al pasado a través de su anecdotario y su léxico; tal cual un avezado duende decimonónico, colmó de maravillas nuestra infancia. Mis abuelos maternos constituyeron un pilar fundamental de mis primeros años; sobretodo Papapa, con quien establecí una complicidad preferencial que todavía me reverbera. Mamama era de pocas palabras, pero de mucho entendimiento; se deslizaba por los días y por la gente, dejando a su paso el rastro de una paz supraterrenal que la trascendió. Ellos vivieron siempre en una hacienda a donde íbamos con muchísima frecuencia. Fue allí donde descubrí las palpitaciones del universo, presentes en la naturaleza y en una manera de ser auténtica y esencial, allí encontré el camino de la poesía.

Tiempo después tuve mis hijos. Con ellos reaprendí la vida, repasé las penas y las alegrías en cada instancia compartida: con ellos me desbordó el amor y abrí diques para los otros niños. Trabajé o, mejor dicho, jugué por años (todavía juego) inventando y aprendiendo a ser. Sostengo que los niños -mis hermanos, mis hijos, mis alumnos- han sido mis mejores maestros. Mi crónica ha sido simplemente la traducción fiel de secretos, misterios, preguntas, sueños, metáforas, cuentos y canciones, de esos “mis otros”, instalados con o sin permiso en mi corazón; por eso me gusta mirarme en los ojos del niño eterno que hay en cada ser humano, para ver si realmente he sido capaz de reflejarme en sus lágrimas de dolor, de gozo o de rebeldía.

Para encontrarse con la poesía, según Josette Jolibert, hay que conjugar el lenguaje con lo afectivo y lo imaginario, el escuchar y el decir, la comunicaciones en todas sus dimensiones; todo ello parece fortalecer a su modo de ver la experiencia de “vivir en poesía” que es la que “crea el deseo y la posibilidad de leer, decir, producir poemas” (2). ¿Qué se siente además de ser cantora de esos poemas? ¿Tiene algún otro vínculo para ti?

Desde muy pequeña tuve un cuatro en las manos, luego fueron el arpa y la guitarra. Y cantando, cantando siempre. En la casa –donde todo el mundo canta, recita, baila o toca un instrumento- jugábamos al teatro y las veladas, en las que participaban como dos niños más, papá y mamá. En el colegio siempre fui protagonista infaltable en los actos culturales. Pero… lo que realmente me encantaba de estas tempranas “tablas” era inventar, es decir preparar mis propios guiones y textos. Escribir y cantar es, para mí, genético y germinal. Cuando trabajé con niños en los Talleres de Autoconocimiento y Creatividad y en Pre-escolar, comprobé las limitaciones de su repertorio musical y me dispuse a recoger -desde ellos- ideas para desarrollar en cuentos, poesías y juegos para cantar. De esta manera me inicié en uno de los aspectos de mi oficio de escritora, que mayores satisfacciones me ha dado: componer y cantar para los niños.

¿Y la otra producción? ¿La gerencial? ¿La ejecutiva? Hilvanada finamente con las labores poéticas, bordada en la urdimbre de la carrera artística, o ésta en la gerencial. ¿Cómo conviven sin atraparse, sin arroparse, sin herirse? Cuéntanos, Rosario.

Háblenos también de las imágenes poéticas que lleva guardadas para sus conciertos y conferencias. El empeño en recordar sin imponer, la importancia del arrullo materno en la primera infancia, lo palpable y lo nutritivo que resulta al niño y al adulto amador.

En fin, háblenos de su incursión de puntillas pero que todos sabemos su firmeza, en la acción animadora hacia la infancia, sus visiones y sus proyectos.

Si bien es cierto que vivo una doble vida de “producción”, también es cierto que he aprendido a ejercer con entusiasmo y disposición ambas tareas. En una ocasión tuve que decidir si me dedicaba únicamente a la docencia y al trabajo creador; pero me pareció injusto con mis hijos, pues las condiciones no se daban de acuerdo a mis expectativas como familia, se me presentaban muchas limitaciones -y además- no era el momento propicio para decidir por mí sola. La opción, de la cual no me arrepentiré nunca, fue mudarme de Barquisimeto a Caracas, iniciar una nueva vida profesional y darnos oportunidades que de otra manera no hubiéramos tenido. Eso sí: me he mantenido todo el tiempo vinculada al trabajo con los niños, con los maestros y, por su puesto, con mi oficio de escritora, restándole horas al sueño y al descanso, pero feliz…! No ha sido fácil, pero ha sido posible y, de alguna forma, me las he ingeniado para que ambos mundos no interfieran en mi equilibrio interior, teniendo como premisas la necesidad de establecer prioridades, cambiar la palabra “culpa” por la palabra “responsabilidad” y ejecutar las cosas a su tiempo y ritmo. Sin embargo, es justo reconocer que me ha correspondido trabajar con personas de especial sensibilidad que han comprendido generosamente mis ideales y proyectos, concediéndome la flexibilidad necesaria para llevar a cabo otras actividades que poco o nada tienen que ver con lo que yo llamo “mi trabajo de oficina”.

¿Qué cuáles son mis proyectos? Muchos, muchos y diversos. Como primera estación: continuar escribiendo, actualmente tengo varios libros inéditos que quiero revisar y podar. Como segunda: lograr que en Venezuela se cree un organismo denominado –en principio- “Proyecto de desarrollo cultural para la infancia”. Debido a mi vinculación y experiencia con las áreas de educación, cultura y recreación, se me solicita -con bastante frecuencia- para participar o asesorar programaciones en diversas ciudades del país. De esta manera he podido comprobar que existe una gran dispersión programática y una subutilización de recursos en el área de la cultura para niños, y lo que es peor, una ausencia de criterios formales para manejar dichos planes. A lo largo de todo el país, me consta, hay gente trabajando con mística y dedicación excepcionales., con escasísimos recursos en la mayoría de los casos y ávidos de apoyo, no solamente económico, sino de orientaciones, posibilidades de intercambio, capacitación, entrenamiento, etc. Es por ello que se plantea la necesidad de coordinar estos esfuerzos y recursos para un mejor aprovechamiento de los mismos, a través de este proyecto , que estaría concebido para planificar, crear e implementar un programa cultural para los niños, coordinando las actividades culturales dirigidas a la infancia, en el ámbito nacional con apoyos de extensión específicos para los diferentes estados. Y no sigo enumerando mis proyectos porque ocuparíamos varias páginas. Lo que sí enmarca cada uno de mis planes es mi personal visión del mundo y de la gente: a través del afecto. Quizá por eso, una vez que mis dos hijos –para mi satisfacción y dicha- hayan tomado su rumbo, me gustaría volver al interior.

Todas las cosas que acá he confesado, me han sentenciado a vivir en poesía.

(1) Rosario Anzola. Carlota, una novela para niños. Rayuela Taller de Ediciones, Caracas, 1997

(2) Josette Jolibert. Formar niños lectores y productores de poemas. Dolmen. Ediciones Santiago de Chile. 1995, p.16

 

RONDA DE LIBROS

Para un aula libre. Año 1 No 4

Caracas, 1997